
Un palacio del siglo XVIII, situado a orillas del río Duero, en una zona tranquila de los alrededores de Oporto, es la propuesta que hace el grupo hotelero Pestana para visitar la segunda ciudad más importante de Portugal.
¿Me acompañas a visitarlo?
Pues… ¡no te olvides el pijama!
El edificio, catalogado como monumento nacional, fue diseñado por el arquitecto italiano Nicolás Nasoni, de quien eran famosas también sus cualidades en el campo de la pintura decorativa. Nicolás Nasoni se preocupó de plasmar ante sus mecenas esa simbiosis de elementos artísticos y arquitectónicos, e influyó de manera notoria en el barroco del norte de Portugal.
El Palacio do Freixo (“palacio del fresno”, en castellano) tuvo varios dueños hasta llegar al estado actual. Comenzó siendo propiedad de los hermanos Távora e Noronha, cuyos descendientes acabaron por venderlo a Antonio Alfonso Velado, un comerciante portuense que regresaba de hacer fortuna en Brasil, y que llegaría a ser nombrado barón y vizconde do Freixo. Este comerciante instaló una fábrica de jabón en el edificio anexo al palacio, que sería transformada en molienda y destilería por el siguiente propietario. Después de alguna transmisión más, el edificio fue catalogado como monumento nacional y adquirió la función de hotel que tiene actualmente.

La localización de este hotel, a unos 5 km del centro de Oporto y a poco más de 300 km de Lisboa, permite disfrutar de unas vistas fabulosas sobre el río Duero. De hecho, si lo visitáis en verano, no dejéis de bañaros en su piscina panorámica y contemplar el río mientras os bañáis. Es una experiencia realmente agradable.
Cuando el arquitecto Nasoni diseñó el edificio, se encontró con dos “problemillas”: por una parte, la finca se encontraba en un terreno con un notable desnivel (el propio de la ladera del río); y por otra, el tamaño de la finca no era tan grande como hubiera deseado. Todo ello acabó por convertirse en una ventaja, pues permitió que el Palacio do Freixo tuviese una distribución singular para la época, con jardines que no se encontraban junto al palacio, sino que lo rodeaban.
El hotel pertenece a la colección Leading Hotels of the World.

El interior del Palacio do Freixo nos transmite a otra época y nos conecta con ese aire cortés y señorial que se respira en la hostelería tradicional portuguesa. Unos amplios salones, numerosas habitaciones con vistas al Duero y servicios de spa y gimnasio son algunos de los servicios que ofrece el hotel.
Mención aparte merece el restaurante. Situado en un precioso salón con vistas al Duero, el restaurante Palatium es digno de visitar. Allí podremos degustar especialidades portuguesas (en mi caso, no me resistí a probar el bacalao, exquisito y con una presentación muy agradable), la fabulosa repostería portuguesa y, cómo no, los vinos de Oporto. En definitiva, un broche fabuloso para cerrar un día de visitas al centro histórico y bodegas.

Por cierto, el hotel cuenta con un servicio de transporte de ida y vuelta al barrio de Ribeira. Importante para no tener que coger el coche cada vez que vayamos o volvamos del centro de Oporto.
En resumen, la Pousada Palacio do Freixo es un precioso hotel que permite disfrutar de la ciudad de Oporto sin tener que renunciar a la tranquilidad. Para información sobre precios, tipos de habitaciones, etc., os sugiero que visitéis su página web y solo me permito daros un par de consejos: procurad reservar una habitación con vistas al río. Son algo más caras que las que dan al jardín, pero merece la pena la diferencia (que no será tanta si reserváis con tiempo).
Espero que os haya gustado el post y ¡buen viaje a Oporto!
¡Hasta pronto!